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Nuestra Filosofía

Fundado en recuerdo, conmemoración y homenaje a Héctor R. Rojas

El Centro de Estudios Espaciales Astrofísico Héctor R. Rojas propone adoptar la cultura de paz como filosofía de civilización, fundamentada en valores que promuevan el progreso de todos los pueblos del mundo, mediante el desarrollo tecnológico que se alcanzaría aplicando el conocimiento científico adquirido desde los albores de la era espacial, un conocimiento que ha sido confinado en laboratorios militares dedicados a diseñar y construir sistemas de armas cada vez más destructivos.

Pensamos que hacer frente a los desafíos de nuestras sociedades y propiciar un cambio positivo, requiere invitar a la opinión pública internacional a hacer una reflexión sobre la aplicación de la ciencia y la tecnología para lograr el Desarrollo, la Igualdad y el Progreso de todas las naciones.

El Centro de Estudios Espaciales Astrofísico Héctor R. Rojas nace en junio de 2022, en la ciudad de Valladolid, en España, y se encuentra inscrito en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior con el número 624948, dado que realiza sus actividades, principalmente, en todo el territorio nacional, pudiendo establecer sinergias positivas con entidades análogas a nivel internacional.​

Nuestra Historia

Centro Mundial de Estudios Espaciales 

La configuración arquitectónica del Centro Mundial de Estudios Espaciales fue representada en una maqueta de 4,5 metros de longitud por 1,5 metros de anchura. Una vez terminada, la maqueta estuvo expuesta al público en varias ciudades y fue presentada en telediarios y reportajes de televisión en más de diez ocasiones. La construcción principal en forma de elipsoide o curva cerrada ocupaba los bordes del complejo científico, con las edificaciones rodeando un centro diáfano que había sido pensado con la intención de integrar armoniosamente la obra en el paisaje natural de la zona. Los edificios –todos iguales– representaban las sedes de los países miembros del CMEE identificadas con su nombre, un escudo grabado en relieve en lo alto de la puerta principal y la bandera de cada nación izada en el borde frontal del techo. Desde el primer piso hasta el séptimo estaba previsto estudiar y analizar los siete componentes de la región visible del espectro –los siete colores del arco iris– y los tres últimos pisos se destinarían a la investigación del infrarrojo cercano, medio y lejano. La planificación no contemplaba incluir en los edificios ninguna oficina «burocrática», solo laboratorios con todos los instrumentos que iban a necesitar los especialistas para desarrollar su trabajo. Los sietes pisos planeados para el análisis de una determinada región espectral contarían con departamentos encargados de las siguientes funciones:
• Recibir y procesar los datos teletransmitidos por los satélites artificiales.
• Seleccionar las longitudes de onda y sus respectivas frecuencias.
• Efectuar arreglos, variaciones y permutaciones en las longitudes de onda seleccionadas.
• Elaborar sustancias modelo orgánicas e inorgánicas para la producción posterior en grandes cantidades.
En el centro frontal de cada edificio, en un lugar paralelepipédico, se iban a instalar los ascensores con las escaleras helicoidales a su alrededor. En la puerta principal de cada edificio, encima de la terminación en forma de arco, un alto relieve metálico representaría al Sistema Solar, con el Sol y sus tributarios danzando bajo las toberas de un cohete ornamental en fase de despegue, partiendo desde una flor de acero cuyos pétalos se están abriendo, precisamente para simbolizar la salida de la astronave al espacio mediante el impulso de la nueva tecnología que anula a la pesantez. Las paredes de todos los edificios serían revestidas con una pintura de un color azul celeste perfecto y propiedades tan interesantes como; ser impermeable, no absorber la luz solar –adecuado para edificaciones en lugares de clima tropical– y repeler las partículas de polvo que caen en las superficies pintadas. Las piezas metálicas se iban a someter a un baño electrolítico para hacerlas inoxidables, dándoles un acabado de color revestido de simbolismo: Los pétalos de la flor en negro, el cohete en aluminio y el rayo incidente en la base de color fuego. La conjunción de diseños, materiales y colores daría como resultado una extraordinaria belleza ornamental; en un día claro y despejado, sin nubes en la distancia que pudieran ocasionar contrastes, para un observador con buena vista que estuviese situado a unos trescientos metros, los edificios se confundirían con el azul del cielo salpicado por la espectacular visión de un enjambre de cohetes espaciales «despegando» en dirección al firmamento.

Los cuerpos celestes de nuestro sistema planetario ocuparían un lugar especial, representados en metal con un baño electrolítico y el acabado del color correspondiente, dispersos entre los edificios e integrados en la parte superior de las estructuras metálicas, todas ellas pintadas de un color verde idéntico al de la vegetación.
En dos extremos del elipsoide estaba previsto construir sendas torres de 80 metros de altura. Un observatorio astronómico se instalaría en lo alto de una de esas edificaciones, para evitar el daño que podía causar a las placas fotográficas la luz producida por la red de iluminación. En la cúspide de la otra torre se iba a ubicar un radiotelescopio porque esa posición era idónea para realizar las investigaciones radioastronómicas sin las interferencias que producen los árboles en las emisiones –longitudes de onda infrarrojas– de la antena de un gran espejo parabólico, hacia la bóveda celeste.

Dos grandes arterias viales orientadas en la misma dirección, pero en sentido opuesto, llegarían a la terminal de aparcamiento en la parte central del complejo científico y una de las autovías conduciría a un puerto marítimo con capacidad para buques de gran tonelaje. Es importante recordar que el objetivo del CMEE era producir grandes cantidades de sustancias orgánicas e inorgánicas que fueran beneficiosas para la humanidad y se necesitaba la infraestructura para distribuir esa producción a todas las regiones del mundo.

El profesor Rojas había planificado la creación de cuatro grandes lagos de poca profundidad en el núcleo central de las instalaciones, separados diez metros entre sí, con las respectivas formas de las iniciales mayúsculas de Centro Mundial de Estudios Espaciales. En esas zonas acuáticas ornamentales florecería la vida con la presencia de cisnes, aves de plumaje colorido y el perímetro cultivado de rosas y otras flores de belleza exótica. Una serie de avenidas peatonales adoquinadas, con unos veinte metros de ancho, permitirían un largo paseo recreativo del personal desde sus lugares de trabajo hacia los lagos artísticos. A los lados de dichos paseos, repartidos geométricamente por todo el interior que no estuviese construido, habría árboles frondosos rodeados de áreas verdes sembradas con césped. La amplísima extensión dedicada al esparcimiento tendría asientos elaborados en mármol al estilo de la época del Romanticismo e iluminados por farolas de baja altura y los espacios ajardinados ornamentados con estatuas clásicas esculpidas al tamaño natural del ser humano. Desde el perímetro exterior, en cincuenta kilómetros a la redonda, el terreno sería reforestado con árboles altos y exuberantes.

En la sección interna de la construcción elipsoidal fue reservado un sector para erigir cuatro edificios, de tres pisos cada uno, diseñados para resistir las fuertes vibraciones que producen los helicópteros cuando tienen el motor en marcha, durante las maniobras de despegue y aterrizaje, ya que cada una de las respectivas azoteas de esos edificios contaría con un helipuerto. Un total de cuatro aeronaves prestarían diferentes servicios; un aparato para el transporte de documentos, paquetería y equipamiento, cuyo envío o recepción fuese urgente y los otros tres como apoyo para trasladar a los empleados en desplazamientos de larga distancia para desarrollar algún trabajo. Las actividades proyectadas para esos cuatro edificios se pueden resumir en lo siguiente:
• Desarrollar las labores de asistencia a la medicina y sus especialidades; medicina interna, cirugía, nefrología, odontología, etc., en los tres pisos del primer edificio.
• Funcionamiento del complejo de juntas, reuniones, convenciones y telecomunicaciones –segundo edificio–, dotado de grandes salones de conferencias, salas de sesiones, bibliotecas y un museo de la ciencia y la era espacial.
• Centro de recreación y entretenimiento, para las actividades de esparcimiento de la plantilla, equipado con: Cine, piscina, gimnasio y un salón para la representación de obras teatrales y piezas de ópera.
• Comedor internacional y supermercado en la primera sección del cuarto edificio, los servicios bancarios y correos en el segundo sector y los almacenes para la adquisición de mercancías secas, muebles, enseres y electrodomésticos, en la tercera sección.
El profesor Rojas incluyó las operaciones bajo tierra en la planificación del CMEE, en lo que sin duda sería un área esencial y mucho más compleja que el resto del centro. En ese sentido, se había proyectado que los edificios tuviesen instalaciones subterráneas de amplia capacidad: En el primero de los cuatro pisos construidos bajo la superficie estaría el estacionamiento reservado para uso exclusivo del personal. En los pisos intermedios –segundo y tercero– iba a funcionar el centro de producción, con dos grandes laboratorios equipados para la elaboración de las sustancias orgánicas e inorgánicas, al resguardo de cualquier contaminación ambiental. En ellos, se aprovecharían los datos científicos teletransmitidos por los satélites artificiales, previamente recibidos y procesados en la superficie. El cuarto y último piso subterráneo fue planeado como departamento de mantenimiento y montaje de todo lo necesario para la provisión de los servicios generales:
• Fuentes hidráulicas de abastecimiento de agua a todos los edificios del CMEE, a sus lagos ornamentales y a la zona urbana.
• Generadores eléctricos para el suministro de energía.
• Sistemas de climatización o acondicionamiento del aire de todas las instalaciones.
• Almacén de herramientas y aparcamiento destinado a la maquinaria pesada.

Por motivos estratégicos, el centro de estudios espaciales iba a ser construido en un área geográfica en la que hay dos pequeñas cadenas montañosas, separadas por una distancia de ochenta kilómetros, que discurren en paralelo y están orientadas en sentido Este–Oeste. El profesor Rojas había seleccionado esa ubicación tomando en cuenta la dirección del movimiento de la Tierra alrededor de su eje, con la finalidad de optimizar las observaciones astronómicas. En los aledaños montañosos encontró un lugar idóneo para construir un conjunto residencial, con infinidad de detalles pensados para una estancia confortable de los empleados y sus familias.
Cabe destacar que el plan incluía la previsión de crear una casa guardería para niños menores de tres años, ubicada en el trayecto entre la urbanización y el lugar de trabajo, a fin de facilitar el acceso de los progenitores a la hora de dejar a los pequeños, antes de comenzar la jornada laboral o poder recogerlos al volver a casa.
Los residentes podrían disfrutar de la playa, tanto en los días de asueto como en sus períodos vacacionales, gracias a la cercanía del centro de trabajo al mar Caribe. Teniendo en mente la diversión del personal en esos días, se dispuso construir un cabañal playero equipado para proveer un alojamiento cómodo. Una pincelada de la cultura medioambiental ha quedado reflejada en la planificación cuando se menciona la importancia de mantener las playas limpias de sustancias contaminantes y vertidos oleaginosos provenientes de los barcos.

Como parte de los beneficios estaba previsto que el colectivo de trabajadores no pagase jamás un alquiler por la residencia o las facilidades proporcionadas para hacerles la vida más agradable durante la etapa profesional en el CMEE. A cambio de la gratuidad de la vivienda, las cabañas vacacionales y los servicios, el único compromiso de los beneficiarios sería ocuparse del mantenimiento de las instalaciones y garantizar su estado de conservación para el disfrute de los usuarios posteriores.
Llegados a este punto se hace evidente –una vez más– la sensibilidad del autor intelectual del proyecto que nos ha dejado expresada su convicción de crear un lugar apropiado para las necesidades espirituales y otro para la formación académica: Al pie de la carretera que se encuentra en la base de la pequeña cadena montañosa, en uno de los extremos, distribuidas circularmente con relación a la rotonda, se construirán las iglesias representativas de los diferentes credos religiosos, mientras que en el otro extremo funcionará la Universidad del Centro Mundial de Estudios Espaciales.
El criterio utilizado en la organización de toda la obra pretendía lograr un resultado práctico, elegante y sobrio al «unir lo útil con lo agradable». No se trataba únicamente de construir un complejo técnico y científico de una magnitud imponente, cuyo aspecto fuese severo, también existía el propósito de crear un ambiente tan acogedor que los integrantes de la plantilla se sintiesen felices trabajando en él.
La importancia de esta descripción estriba en que nos permite percibir mejor la dimensión y la utilidad pública del proyecto para la creación del CMEE. La persona que lea este trabajo puede tener la certeza de que fue planificado en aras de la humanidad y se habría materializado gracias a la férrea voluntad de su autor, el profesor Héctor R. Rojas, de no haber sido por las reiteradas acciones de sabotaje llevadas a cabo por los oscuros poderes que gobiernan en la sombra.

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